sábado, octubre 19, 2024

Opinión

Indígena de derecha es incongruente

Ricardo Peralta Saucedo

En México hay 13 millones 365 mil 976 indígenas, poco más del 12% de la población nacional, según el censo realizado por el Consejo Nacional de Población. Las cifras del Inegi se asemejan a estas últimas. Para que una comunidad indígena sea considerada como tal, hay tres criterios fundamentales: que haya hablantes de lenguas indígenas de cinco años y más, población menor a cuatro años donde en sus hogares exista padre, madre o cónyuges que hablan una lengua indígena, así como cualquier población que se autodefina como tal. Hay más consideraciones que en leyes secundarias se enuncian.

Una comunidad indígena se basa en la experiencia autonómica, el reconocimiento constitucional en el artículo segundo, donde, entre otros derechos, se encuentra el de los usos y costumbres. Y esta misma autonomía se debe entender en una organización de varios niveles, el municipal, el comunitario, el intercomunitario, el intermunicipal, el de un conjunto de comunidades de un solo pueblo, entre varios pueblos indígenas y otros sectores sociales. Así lo indica la publicación de la Universidad Nacional Autónoma de México Los pueblos indígenas de México, escrita por Carlos Zolla y Emiliano Zolla Márquez.

Muy profundas son las distintas aristas y organización social y política de los pueblos indígenas, hay legislación especializada sobre esta población donde se regulan principalmente los derechos. Tienen su propia organización de la tenencia de la tierra, diseño de distintas formas de desarrollo, política laboral, organización social para el beneficio prioritario de la comunidad, los sistemas jerárquicos y la expresión de las distintas religiones en México.

Mucho se ha especulado sobre la denominación real de lo que significa ser indígena en México, su definición genérica es la de aquellas personas que habitual y consuetudinariamente tengan esa condición. Más allá de las retóricas de “la superación personal”. La realidad es que la derecha la usa por la rentable necesidad de utilizar una figura, explotarla y, sin duda, confundir con fines meramente de publicidad político-electoral.

En la historia de nuestro país, la derecha ha utilizado a personajes que supuestamente crean cierta empatía e identidad con el pueblo, uno de los más lamentables ejemplos es el del peor presidente de la historia de México, Vicente Fox, quien se disfrazó de ranchero, ilusionó por ser un hombre disruptivo al acabar con el régimen priista, su mayor virtud fue ser omiso, que es muy similar a un delito de comisión por omisión. Hoy son los aliados del PRI. Como receta se ha convertido en el principal promotor de Xóchitl Gálvez, cabe aquí un clásico: “No me ayudes, compadre”.

Cualquier persona tiene el derecho legítimo de superarse siendo o no indígena, sin duda, haber sido olvidado por las políticas públicas a las que se refiere el indigenismo es lo que ha demostrado la derecha conservadora de México; qué curiosa coincidencia que la candidata de Fox fue la directora del Instituto Nacional Indigenista en su sexenio, todos recordamos las expresiones inmortalizadas en redes sociales donde dijo: “Los indígenas no quieren ser educados, quieren permanecer en su condición”, más o menos fue lo entendible, pero muy explícito el desconocimiento total de las comunidades que no deben seguir siendo utilizadas como bandera, menos por la derecha.

Las causas por los derechos sociales más nobles de nuestro país nunca fueron impulsadas por los conservadores. Ellos tienen otra agenda. Las antiguas estrategias de infiltración a través de anzuelos brillosos y llamativos son precisamente eso: venta de espejitos. Caballo de Troya.