martes, octubre 22, 2024

Opinión

Precandidata única

Ricardo Peralta Saucedo

Frente a presidentes de partidos políticos nacionales, 23 gobernadores, senadores de la República, diputadas y diputados federales, liderazgos populares, invitados especiales y una enorme convocatoria de medios de comunicación nacionales e internacionales, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, en un acto simbólico, es propuesta como única y democrática opción para ser la precandidata de los partidos Morena, Verde y del Trabajo, como vehículos electorales, así como de la estructura de diversos liderazgos nacionales y locales, quienes se fundieron al grito unísono de “¡Presidenta, presidenta, presidenta!” en la gran suma de voluntades nacional.

En un salón atiborrado de liderazgos nacionales, con el uso de la voz de la senadora Citlalli Hernández, secretaria general del partido en el poder, así como de la exuberante participación de Mario Delgado, presidente nacional de Morena, fue donde la doctora Claudia Sheinbaum Pardo dio una gran muestra de su liderazgo.

Con más de 14 ratificaciones, que no propuestas, de lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha iniciado como obligaciones, derechos y obras de infraestructura, entre consideraciones fiscales, de lucha contra la corrupción, reingeniería administrativa del servicio público, reconocimiento y ratificación de los derechos de grupos vulnerables como el de la comunidad LGBTQ+, así como de los pueblos indígenas y grupos originarios, adultos mayores, niñas, niños y adolescentes, mujeres, campesinos, personas con discapacidad y todas y todos aquellos que son beneficiarios, de los que siempre fueron olvidados en la tristemente célebre época neoliberal, fueron hoy convocados para continuar con el llamado “segundo piso” de la Cuarta Transformación de la vida pública de México.

El gran discurso, emotivo, profundo, que vibró los poros de quienes creemos en la permanente y continua transformación de México, nos compromete con nuestras convicciones ante el absoluto vacío de una oposición boba, incongruente, anacrónica, cómica y principalmente apátrida, es como, de manera lamentable, la construcción de la pluralidad no da margen de acción.

Es un yin y yang desequilibrado, un PRIAN gelatinoso, demasiado burdo, absolutamente abyecto y repleto de banalidades y de fantasías que rozan en una comparsa barata.

Xóchitl Gálvez es un gran prototipo de la fantasía opositora, sin dibujo, son rosas muertas en un florero, no representan ni tristeza ni alegría ni inspiran pasión, son naturaleza muerta.

Por el contrario, la doctora Claudia Sheinbaum ha sabido inspirar lo que representa el obradorismo, además del resultado de aprobación masiva en las encuestas, una enorme conducta personal, emocional y de organización a nivel nacional, tiene nivel estadista, con nexos en lo más alto de las esferas empresariales e industriales, académicas, campesinas, sociales y gran posicionamiento en todos los sectores de la población.

Hoy me merece la doctora Claudia Sheinbaum Pardo el mayor de los reconocimientos por ser la gran visionaria que supo integrar a todos los grupos políticos, sociales, culturales y económicos del país en un gran proyecto nacional, donde el “segundo piso” pone los cimientos para los consecuentes niveles de la Cuarta Transformación que inició el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La oposición tiene un gran epitafio que se consolidará en letras grabadas en mármol: “Somos polvo del peor y ruin, somos polvo y corazón apátrida. Es buena la diferencia y la pluralidad, México está harto de la derecha”.