**Por Jorge Gaviño
«¿De qué sirve una buena casa si no tienes un planeta tolerable donde ponerla?»
Henry David Thoreau.
El 27 de julio, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres anunció el fin de la era del calentamiento global y el inicio de la era de la ebullición. El planeta se está calentando y lo hace a una velocidad nunca antes vista. Julio fue el mes más caliente en la historia a nivel global y es muy probable que uno de los siguientes cinco años sea el más caluroso desde que se tiene registro. La Tierra está mostrando síntomas de una enfermedad cada vez más grave, los seres humanos estamos atentando contra el planeta: desmonte de bosques para siembra, pesticidas, incontrolables incendios provocados, quema indiscriminada de combustibles fósiles, contaminación atmosférica, de la hidrosfera y troposfera.
Deben de existir a la par esfuerzos individuales y acciones colectivas, si realmente quisiéramos lograr un cambio. Vivimos una era de grandes avances científicos y tecnológicos, hoy más que nunca, el ser humano tiene a su alcance la comprensión del cosmos, estamos arrebatándole al universo secretos nunca antes soñados, comenzamos a entender el origen primigenio, el universo en expansión, el misterio de la vida y cuando despertamos a ese conocimiento de pronto nos enfrentamos a un precipicio que nos puede llevar al fin de la civilización.
En su momento, el Acuerdo de París fue un hito en la lucha contra el cambio climático, no obstante, luego de siete años de su entrada en vigor, los resultados han sido pírricos. Expertos e interesados en el cambio climático lo estudiamos en profundidad para solamente sorprendernos por su recurrente incumplimiento, un acuerdo sin sanciones es un “llamado a misa”. Mientras se firman convenios anodinos entre los gobiernos, las grandes empresas continúan depredando sin ningún tipo de recelo y los individuos del mundo seguimos impunemente colaborando en el rompimiento de los equilibrios ancestrales. Particularmente el sistema capitalista está acabando con todo y no ha comprendido que por el momento la Tierra es el único planeta que tiene para explotar.
La era de la ebullición va a traer consigo una serie de afectaciones que van desde la destrucción de algunos ecosistemas y la extinción de especies producto de las altas temperaturas. De 1970 a la fecha ha disminuido en un 69 por ciento la población de aves, mamíferos, peces, reptiles y anfibios. También peligrará el abastecimiento de alimento para los seres humanos y habrá más incendios forestales. Si seguimos así, en muy poco tiempo la vida cotidiana de muchas personas cambiará para mal, entonces ante el desastre se clamará por una solución inmediata, ojalá no sea demasiado tarde.
Con la finalidad de no llegar a la extinción, tenemos que presionar a los gobernantes del mundo con el fin de que se cumplan las leyes y programas medioambientales y no haya impunidad hacia quienes las transgreden. No son irrelevantes los esfuerzos de forma individual y familiar por buscar contaminar menos, al reducir el consumo de productos de origen animal; esto podría llegar a disminuir en dos terceras partes la huella de carbono en el mundo. Usar el transporte público en lugar del automóvil, implica en promedio 100 gramos menos de CO₂ por trayecto de una persona. Dejar de desperdiciar agua; de acuerdo a datos de las Naciones Unidas al día se tiran 45 millones de metros cúbicos en el mundo. ¿Podremos llevar a cabo estos cambios o dará inicio lo que el secretario general de la ONU ha llamado la era de la ebullición global?