Ricardo Peralta Saucedo
El predominio político tiene como fundamento las mejores virtudes para socializar, sin embargo, el convertirse en un ser social requiere de una serie de virtudes donde las características están íntimamente ligadas a la construcción de la personalidad, los liderazgos se construyen; nada o poco tienen que ver con la designación de un cargo público, el padrinazgo, la condición de género e incluso la presencia física. Así los líderes de la historia de la humanidad han construido su biografía, Julio César, Napoleón, Winston Churchill, Abraham Lincoln, Mahatma Gandhi, entre otros.
En este algoritmo, socializar de manera auténtica es empatizar, esto encuentra un vínculo sumamente estrecho con el don de la inteligencia, ese que no se aprende, que se ejerce y se desarrolla también con las personas con las que nos desenvolvemos desde una edad muy temprana.
Es complejo en el servicio público y en la política trascender sin crear adversarios en el camino que, además de luchar contra sí mismos, emplean su tiempo también en campañas intestinas para denostar y calumniar a quienes ven como rivales, es la historia de la evolución donde se desea desbancar a los “machos alfa”; Adán Augusto López Hernández es de los pocos casos existentes donde su vida pública, así como la privada, es totalmente intachable, no tiene negativos, las injurias se han desvanecido en el tiempo, nadie tiene nada que reclamarle, no hay desvíos de presupuesto público, ni cuestionamientos del pasado reciente.
Hoy inicia una nueva era en la historia del país, la escriben millones de demócratas y patriotas, en este proceso quien pierde gana, es decir, todos ganan; se propicia la unidad, se transforma el poder distribuyendo un legado entre los leales, disciplinados y sociales; es parte de la revolución de la democracia desde el concepto mismo del Obradorismo, una acción inédita. Siglos atrás quedaron de la llegada de Cortés con 168 hombres, y es hasta nuestros días que nuestra evolución histórica da un ejemplo mundial de cómo, incluso con todo el poder político, el pueblo es lo más importante, se consolida la auténtica democracia.
Adán Augusto López Hernández es un revolucionario permanente, el hombre mesurado, con visión estratégica, empeñado en que el legado obradorista se consolide a toda costa. Sin caprichos ni necesidad de ego, su presencia nacional va ligada al hambre de la sociedad para encontrar un sucesor con liderazgo natural, que sea parte del ecosistema mexicano, ahora es Adán Augusto quien se encuentra en el foco de la gran atención nacional, encabeza una nueva escuela donde su principal blindaje es la inclusión y la pluralidad, sin distraerse de su objetivo que es la conservación del legado del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Las características sociales que acompañan a Adán Augusto López Hernández son parte de su hábito conductual diario, natural, que lo convierte en el hombre con el que más se identifica el mexicano común, la enorme mayoría, con ADN obradorista, es, como lo he escrito antes, el legatario y heredero universal del obradorismo.