viernes, octubre 25, 2024

¿Está renaciendo la derecha en Europa?

«El sabio prefiere la izquierda.»

Lao Tsé.

Por Jorge Gaviño

La política de las naciones democráticas occidentales lleva algunos años moviéndose de forma pendular entre la izquierda y la derecha, sin que se logre consolidar un proyecto que garantice bienestar a la población. Los votantes un año pueden elegir una propuesta y en la siguiente elección otra. En algunas ocasiones en diversos países se da un auténtico flujo y reflujo electoral. Dicha falta de continuidad en los gobiernos ha permitido a los poderes fácticos manipular a la sociedad según sus intereses, los poderes legislativos o en su caso los parlamentos, cambian las reglas electorales con una veleidad impresionante, se mueven hacia donde sopla el viento, se elaboran unos verdaderos mamotretos electorales sin comprender que hay una correspondencia entre el volumen del texto normativo y el grado de desconfianza entre los partidos políticos. A mayor grado de desconfianza, mayor grado de abundancia de artículos y definiciones. Las leyes cambian como se transforman los colores de un caleidoscopio al girar. Los compromisos de los gobiernos de hoy no trascienden al siguiente cuatrienio o sexenio…

Con la llegada del ser humano a la posmodernidad, la ciencia y conocimiento dejaron de ser equivalentes a progreso; la tecnología no acota las desigualdades y en ocasiones las hace más profundas. La historia dejó de ser estudiada como una entidad unitaria y progresiva que conduciría a un estado de desarrollo. Hoy sabemos que una sociedad civilizada puede retroceder hasta la barbarie. Murió el pensamiento mítico y religioso, la ciencia agoniza y se dio paso a la incertidumbre… A los políticos de izquierda ya no les basta tener ideas progresistas, buenos proyectos e inclusive dar resultados positivos si no son capaces de mantener los lazos afectivos y sentimentales con su electorado. 

La derecha ha logrado recientemente en España generar la percepción en la opinión pública de que los gobiernos de izquierda no han hecho nada diferente ni positivo para su país. En Italia, Suecia y Turquía crece la aceptación entre la población a los partidos con inclinaciones fascistas. Los discursos de odio son algo común y cotidiano en las redes sociales que ya a pocos sorprende. Los actos de segregación ocurren todos los días frente a los ojos de una sociedad que ya no quiere mirar el dolor ajeno. El otro: el refugiado, el extranjero, el vecino y el compañero se ha convertido en un obstáculo entre nuestro bienestar. Los sentimientos de identidad han sido reemplazados por el miedo, que de seguir así nos llevará de regreso al oscurantismo.  

Aunado esto a un contexto global de crisis económica, ambiental y social en el que dar resultados inmediatos a los gobernados es una tarea muy complicada. Las personas ven cómo cada día se pulveriza su poder adquisitivo. Comprar una casa cada año se vuelve más complicado; y ni hablar de que las nuevas generaciones tengan acceso a una jubilación digna. La desesperación se ve en las urnas cuando en ninguna de las casillas está la solución a estas problemáticas. Mientras los gobiernos sigan vacilando y siendo erráticos, el electorado difícilmente volverá a confiar en ellos en los siguientes comicios y así será hasta que llegue un gobierno competente que con hechos y no palabras cumpla con su mandato.  

Al conservadurismo le conviene que la izquierda no avance, que permanezca estancada como ocurre en la actualidad. A fin de cuentas, históricamente la derecha ha defendido los intereses de los oligarcas. Si queremos terminar con el neoliberalismo que tanto daño ha hecho, los gobiernos de izquierda tienen que garantizar la paz, la libertad, y erradicar la miseria. Solo así la democracia estará a salvo y los menos favorecidos tendrán la posibilidad de salir adelante en un mundo más justo. La realidad tiene que poder vencer a la propaganda y la desinformación.