Interés Global
Por Jessica Woolrich
Desafortunadamente en África, las naciones suelen vivir en una inestabilidad política constante, las dictaduras militares no son poco comunes y las guerras civiles son parte del día a día de dicho continente.
Sin embargo, Níger solía ser una de las naciones con mayor estabilidad política y por dicha razón se había convertido en uno de los más importantes aliados para occidente, de hecho se consideraba el último bastión importante en contra de los yihadistas, por eso cuando el pasado jueves 27 la televisión nacional proyectó a un grupo de militares, que anunciaban un golpe de estado en contra del presidente de aquel país, Mohamed Bazoum, la atención internacional se posó sobre lo que ocurría allá.
Incluso Estados Unidos se pronunció de inmediato y dio un mensaje reafirmando su total apoyo a Bazoum, quien está detenido desde la madrugada del miércoles, cuando el grupo de militares encabezado por el General Amadou Abdramane, decidió abolir la constitución.
Al tiempo que cerraba las fronteras de su país, para evitar la intromisión de los aliados del régimen que buscan finalizar, lo que generó un enorme descontento social que se evidenció por cientos de protestas que se llevaron a cabo a lo largo y ancho del país, porque la mayoría de los ciudadanos que eligieron de manera democrática a Bazoum.
No están dispuestos a dejar en manos de los islamistas el destino de un país que se encaminaba hacia una estabilidad y paz, muy distinta a la de la mayoría de las naciones africanas, pero también está el otro sector; el que apoya a los yihadistas, el que desprecia a occidente, el que busca una nación islámica y que también ha salido a la calle a expresar su beneplácito por el golpe de estado y los cuales incluso ya han incendiado la sede del partido gobernante, lo cual ha elevado el nivel de tensión y es muy probable que tarde o temprano los enfrentamientos vayan en aumento y Niger entre en una etapa de caos, muy distinta de la realidad a la que estaba acostumbrada.
Para occidente, esta noticia es un hecho terrible. Sin embargo, para el continente africano no es muy distinta de las noticias diarias, y pocos son los que mantienen la esperanza de que el apoyo de occidente pueda lograr alguna diferencia que ayude a la estabilización política y social, no solo de Níger, sino del resto de los países que hoy viven en medio de enfrentamientos, la mayoría causados por los grupos étnicos y religiosos que no han logrado encontrar la manera de convivir pacíficamente y que cada tanto vuelven a incendiar las naciones y a causar grandes movimientos migratorios de ciudadanos que se movilizan en busca de una vida en paz, lo cual desafortunadamente pocos de ellos pueden lograr.
Jessica Woolrich