viernes, octubre 18, 2024

La derrota de los jóvenes chinos

«Prefiero ver a un joven ruborizarse, que palidecer». Catón.

Por Jorge Gaviño**

En la actualidad, un grupo de jóvenes chinos están regresando a las casas de sus padres para poder no hacer nada y tener una vida libre de estrés. Algunos antropólogos han definido a esta generación como los «neijuan», que significa en chino «involución», dado que son incapaces de ser más productivos o innovadores respecto a sus progenitores. Esto es en buena medida resultado de las condiciones adversas que se viven en el mundo. Cada día tienen que trabajar más para intentar sobrevivir y un buen número de ellos han decidido renunciar a su independencia, construir una familia e inclusive su futuro, a cambio de tener quien los mantenga económicamente. El gobierno chino, al darse cuenta de esta problemática, optó por publicar una serie de comunicados y organizar algunas conferencias para incentivar la participación laboral de ellos. Sin embargo, las cifras de desempleo juvenil llegaron a su punto más alto en lo que va del año en el mes de julio, llegando a 21.3% del total de los jóvenes que pueden emplearse. Ante esto, el gobierno de dicha nación a partir de ese mes dejó de actualizar ese dato. 

El propio presidente de China, Xi Jinping ha pedido a los jóvenes que cumplan con las expectativas que tienen en ellos, dado que son el futuro. Pero ha sido el propio gobierno quien ha impuesto un horario laboral inhumano conocido como el «996», donde se trabaja desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche, seis días a la semana, para alcanzar la productividad deseada. Mientras que en otros países se estudia y se implementan reducciones a las jornadas laborales para que las personas tengan una mejor calidad de vida. China opta por explotar a los trabajadores, llevándolos a condiciones cercanas a la esclavitud. Algunos jóvenes han encontrado en su pasividad un grito en contra del sistema opresor que los tiene condenados a explotarse a ellos mismos y a abusar de otros para salir adelante. 

Sin duda debe ser deprimente para estos jóvenes no hacer nada, permanecer recostados todo el día y en el mejor de los casos jugar videojuegos, pero ante la falta de compresión social que sufren, pareciera que su pasividad está averiando al sistema. Por primera vez en más de 70 años la tasa de natalidad tuvo una reducción. Más de 200 millones de jóvenes chinos se encuentran solteros y cada día se divorcian más los que están casados. 

Quizá algunos de estos jóvenes dentro de su pasividad están buscando regresar al equilibrio ancestral de su cultura. Al reclamar una vida equilibrada, en silencio y en paz, se oponen al la visión moderna de China que ha priorizado el crecimiento económico sobre el bienestar de su población. Me gustaría pensar que la juventud de aquel país está practicando en este acto de rebeldía las enseñanzas del «I Ching» y el «Tao Te Ching».